18 febrero 2006

Historia de una experiencia



HISTORIA DE UNA EXPERIENCIA
Mónica Patricia Sánchez[1]

“Una distancia insalvable separa el acto biológico de engendrar un hijo,
del desafío de construirse como padres”

Juan Carlos Volnovich [2]

“¿Cuándo comienza la vida de un niño? Generalmente en la trama simbólica que entre
palabras y sueños, promesas y advertencias, tejieron sus padres mucho antes de engendrarlo”

Clemencia Baraldi [3]

Mediante este trabajo quiero relatar cómo se formó, en febrero de 2002, el Equipo de Psicoprofilaxis del Embarazo, Parto y Puerperio, del Hospital Provincial de Rosario. Siempre es bueno historizar, reconstruir el camino recorrido.
Con el aval del Jefe del Servicio Materno-Infantil y de la Jefa del Servicio de Psicología presentamos el proyecto de Talleres de Preparación Para la Maternidad y Paternidad en el mes de enero de 2002.
Habíamos recogido oralmente ciertos intentos previos a cargo de algunas “psicólogas golondrinas” – así las llamaban – que realizaban algunas entrevistas sueltas, o por otro lado, algunas charlas a cargo de una obstétrica.
En un comienzo éramos cinco psicólogas, dos residentes de pre-grado de Psicología y dos profesoras de Educación Física. Poco a poco el grupo se fue reduciendo (por motivos absolutamente personales de las integrantes) hasta quedar en la actualidad, tres psicólogas (una asistente que coordina el equipo y dos concurrentes (entre las que me encuentro yo) y una profesora de Educación Física.
Comenzamos recavando información sobre las necesidades de las mamás embarazadas hablando con ellas en la sala de espera; también hablamos de manera informal con algunos de los médicos (residentes y de planta) contándoles lo que teníamos en mente implementar y cómo podríamos trabajar juntos. Se escuchaba la necesidad de parte de los médicos de nuestras intervenciones (“Qué bueno sería”, “una mamá preparada tiene un parto mejor”)
Programamos una reunión con los médicos residentes de Obstetricia, con el Jefe de Residentes, el Jefe de Guardia de la Maternidad, manifestándoles nuestro deseo de comenzar un trabajo de talleres con las embarazadas (en principio a partir del 5º mes de gestación) Solicitamos el apoyo de ellos, algunas visitas a los talleres para hablar con las mamás y sus parejas, y que era muy importante que nos ayudaran a difundir este proyecto. Desde el comienzo se notó el apoyo. Una sola disciplina no puede dar respuestas a toda la problemática del embarazo y la maternidad, por lo que les proponíamos articular las prácticas médicas y psicológicas. Lo interesante fue que sólo en una oportunidad hicimos carteles que pegamos por todo el hospital invitando a dos grupos que se iban a lanzar. A partir de allí, el dispositivo se había instalado de tal forma que el boca en boca, derivaciones de los obstetras, invitaciones en las salas de espera, hicieron que el “Curso de Preparación para el Parto” fuera una instancia necesaria y de importancia para cada embarazada y también para el médico obstetra. Vale la pena aclarar que para nosotros se trata de Talleres de preparación para la maternidad y paternidad, que implica una mirada mucho más amplia que no se detiene sólo en el parto, sino que éste es el punto de partida.
Cuando comenzamos, materialmente no teníamos nada. Necesitábamos un lugar, colchonetas... Pero estábamos frente a la disyuntiva de la falta de insumos en el hospital, así que obtuvimos la donación de unas viejas colchonetas que nosotras mismas arreglamos. En cuanto al lugar, solicitamos el hall del 2º piso de la Maternidad que es grande pero a la vez íntimo. No fue fácil “encontrar un lugar”...
A mí me llamaba la atención que un hospital como el nuestro, que concentra pacientes de todo el sur de la provincia de Santa Fe, con una maternidad tan concurrida donde se atiende un gran porcentaje de embarazadas adolescentes, donde se siguen embarazos de alto riesgo, entre otros, no contara con un equipo de preparación para el parto.
Teníamos muy en claro que nuestro trabajo iba a centrarse en la futura mamá y en su pareja o acompañante (si no hubiera pareja) Era preciso promover la apropiación del proceso que constituye el trabajo de parto y el nacimiento del hijo, que pudieran sentir que era el momento en que ellas eran las protagonistas. Por eso, también incorporamos con insistencia la figura del acompañante que la mamá eligiera por propia voluntad.

Concebimos todo embarazo como un acontecimiento que ubica a los padres frente a un momento que, si bien se ha repetido infinitas veces en la historia de la humanidad, para la vida de cada pareja, es único. Y esto es lo que no tenemos que perder de vista. Y colaborar con los médicos para que ellos no lo pierdan de vista. De esa manera intentamos rescatar la subjetividad en medio de las prácticas médicas. Ya escribía Foucault: “Hay dos significados de la palabra sujeto: sometido a otro a través del control y la dependencia, y sujeto atado a su propia identidad por la conciencia o el conocimiento de sí mismo. Ambos significados sugieren una forma de poder que subyuga y somete”[4]
Nuestra meta es acompañarlos en el camino para recibir un hijo, desde el momento en que como pareja o individualmente aparece el deseo de concebirlo, hasta que luego del parto, una mujer, un hombre y un niño devienen en madre, padre e hijo construyendo una familia.
Es un proceso que promueve la gestación de ideas y la reflexión sobre lo que les está sucediendo, y que los invita a revisar las formas tradicionales en que cada uno se involucra en la crianza.
Este proceso de acompañamiento incluye necesariamente una propuesta de Trabajo corporal, en el que la mujer embarazada pueda reforzar su derecho a adueñarse de su cuerpo y recuperar su poder, no sólo como reproductora sino como productora de vida. Un proceso que favorezca y aliente una mirada interna despierta, que permita correrse de aquella que busca con desesperación el rostro del médico, poniendo su capacidad femenina de hacer y materializar su obra en manos de un otro. Ese otro poderoso en el que se convierten repentinamente las tecnologías de alta complejidad y ciertas rutinas médicas standarizadas[5].
Todo lo desconocido siempre genera algún tipo de ansiedad o temor. El tener conocimiento acerca de eso que atemoriza y poder ponerlo en palabras, poder nombrarlo, además de aliviar la ansiedad, posiciona a la mamá como sujeto. Es por eso que se hace necesario brindar a la mujer embarazada y su pareja (u otro referente) un espacio de contención psicoterapéutica. Lugar que tiene como objetivo el acompañar los cambios referidos y generar, mediante el trabajo de brindar información, un proceso de apropiación de conocimientos útiles. Lo pensamos como del orden de la prevención en tanto provee de herramientas para poder actuar y anticiparse a situaciones que se puedan presentar. Prevención destinada a la desmitificación de la maternidad, al esclarecimiento de los temores y dudas, a la preparación para los cambios corporales y afectivos que sobrevendrán y favorecer la confianza en sí mismas y en la institución.
Por lo tanto el conocimiento que se adquiere a través de la articulación entre la información y el trabajo corporal (a cargo de las profesoras de educación física), posibilita la percepción y el reconocimiento del propio cuerpo, previniéndose así situaciones de riesgo.
Dado que hablamos de proceso, proponemos la inclusión de las mamás desde el 7º mes de su embarazo, favoreciendo el afianzamiento de la relación con el médico y apuntando a detectar tempranamente las dificultades asociadas a esta etapa. Trabajamos en cinco talleres de una hora y media de duración, dedicados los últimos 30 minutos al trabajo físico, respiración y relajación.
Más allá del espacio destinado a la información que solicitan las parejas, lo más rico de esta experiencia es escucharlos sobre todo cómo se van construyendo los nuevos vínculos: una nueva relación de pareja, una nueva relación de la futura mamá con su propia madre, ya que el hecho de convertirse en madre, supone, entre otras cosas, dejar de ser sólo hija, cómo se construye este hijo fantaseado, imaginado, proyectado.
Cabe señalar que siempre está abierta la oferta para aquellas mamás o parejas que, además del grupo, necesitaran alguna instancia individual para hablar sobre algo que los preocupara. De hecho este espacio también es aprovechado, especialmente por muchas mamás.
Nosotras tenemos muy en claro, repito, que nuestro trabajo se centra en la futura mamá y en su pareja o familia pero, por parte de la institución aparecieron algunas contradicciones frente a nuestras buenas intenciones. ¿Cómo incorporar al acompañante, tan importante para la parturienta, si éste no puede entrar a la sala de pre-parto ni a presenciar el parto? ¿Cómo organizar las visitas a la sala de parto, cuando solo la futura mamá puede ingresar a tener su hijo? ¿Por qué la institución no acepta el ingreso del acompañante para presenciar el parto?
Recuerdo en este momento el análisis que Foucault hace de la sexualidad como dispositivo en el que se cruzan tanto las disciplinas del cuerpo como las regulaciones de las poblaciones. En nuestro hospital se perciben claramente los arreglos espaciales en función del sexo: en la sala de pre-parto sólo se permite la presencia de mujeres, y si se dejara el ingreso de algún acompañante deben ser mujeres; en las salas de internación de la maternidad, sólo se permite la presencia de los papás en el horario de visitas (de 14 a 15 hs)

En el mes de agosto de 2002, en un canal de cable, escuché al Jefe de Neonatología del Hospital Sardá de Buenos Aires, el Dr. Miguel Larguía que hablaba sobre la Maternidad centrada en la familia, centrada en los vínculos que está funcionando en dicho Hospital. Yo pensaba: “Eso es buenísimo, así debería funcionar toda maternidad”. Porque la mamá que asiste a los talleres empieza a pensar en su maternidad, compartida con su pareja si ésta estuviera, pero en el puntapié inicial, que es el parto, la mamá está sola en nuestro hospital. Justo en una sociedad donde la crianza compartida por el padre y por la madre está bien instalada y sostenida como saludable para el niño/a.
La técnica y la tecnología han sido y son utilizadas en muchas oportunidades como argumentos de intervención profesional, provocando una alteración en la trama vincular. Se transforma así, la instancia de embarazo y parto, en episodios en los que la pérdida de individualidad, intimidad, sostén y escucha, dan lugar a una sucesión de rutinas e intervenciones medicas innecesarias. Hasta los mismos obstetras dicen que el embarazo y el parto se han medicalizado. Estas intervenciones escasas veces son decididas desde la reflexión y el respeto por el mundo afectivo de la embarazada. Estas instancias esenciales en la vida de todo sujeto con las transformaciones profundas en la subjetividad y, en especial, en la subjetividad femenina, no suelen ser acompañadas con una estructura de asistencia y atención que valoricen especialmente los aspectos afectivos, vinculares, familiares y de compromiso de la sexualidad que envuelven al parto y al nacimiento. El cuerpo de la mujer, caja de resonancia y ámbito de expresión de cambios y emociones suele ser sometido, maltratado, inmovilizado, domesticado en función de un parto conducido que exigirá quietud, silencio y obediencia.
Dentro de esa aceptación del maltrato como parte del proceso de tener un hijo (anestesia sin consultarla; episiotomías innecesarias; rasurados violentos, entre otros), se destacan algunas mujeres que reconocen en su intimidad el abuso al que se someten. Este malestar ha generado en Argentina y en otros lugares del mundo, alternativas y procedimientos que han sido definidos de múltiples maneras. Estos posibilitan eludir los condicionamientos que impiden a cada mujer asumir el rol protagónico y favorecen la reflexión acerca de cómo quieren parir y recibir al hijo. El cuidado no está solamente vinculado a la atención tecnológica, sino que lo esencial pasa por ese cuerpo a cuerpo de la relación entre la futura madre, el padre, y el equipo profesional que les brinda asistencia. Desde nuestros talleres intentamos restablecer los conceptos de dignidad, respeto, continencia, placer, permisos y tolerancia. Pero encontrándonos con las contradicciones que antes planteaba.


Desde el mes de agosto de 2003, sumamos a nuestro trabajo un nuevo dispositivo, en gran parte por pedido de una médica obstetra de planta: participar de la consulta que hace ella pero desde nuestra particular escucha. Esto se está realizando una vez por semana y todavía está “a prueba”, pero resulta una muy buena experiencia para ambas disciplinas.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Considerando el corto tiempo que hace que estamos trabajando, los logros han sido muchos: el dispositivo de los talleres está instalado y reconocido por los obstetras, enfermeras obstétricas; nuestra presencia es reconocida en muchos casos con nombre y apellido, lo que implican derivaciones personales, pedidos de interconsultas puntuales. No puedo evitar, ni quiero evitarlo, sentirme orgullosa del trabajo que estamos realizando, además de la satisfacción que recibimos cuando concluye cada grupo, y cuando vienen las mamás y nos traen a sus bebés y nos cuentan y les cuentan a otras mamás de nuevos grupos, su experiencia única, pero en la que todas nos sentimos representadas.


BIBLIOGRAFÍA

Andina, Elsa: “Trabajo de Parto y Parto Normal. Guías de prácticas y procedimientos” División Obstetricia. Hospital Materno Infantil Ramón Sardá.
Autores Varios: “Salud Mental: Época y Subjetividad” Ed. Homo Sapiens. 2000.
Artículos
“Intervenciones en maternidad y paternidad: Un encuadre posible en un Servicio de Obstetricia” Ps. Sara Bazzán;
“Análisis de una experiencia en Psicoprofilaxis Obstétrica” Ps. Lein, Ps. Ronchese y Ps. Yorlano.
Costa, A, Tájer, D y otros. “Salud, Equidad y Género: Un desafío para las políticas públicas” Ed. UNB. 2000.
Foucault, Michel: “Genealogía del Racismo” “Undécima Lección: “Del poder de Soberanía al poder sobre la vida” 1976.
Foucault, Michel: “El Sujeto y el poder”
Ley Nº25.673. Creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable. 2002.
Pauluzzi, Liliana “Derechos Sexuales y reproductivos y Anticoncepción de Emergencia” en Revista “Otras Voces” Periódico Mensual de Ideso – Mujer. Marzo de 2002.
Videla, Mirta: “Maternidad. Mito y realidad” Ed. Nueva Visión. 1997.
Videla, Mirta: “Parir y nacer en el hospital” Ed. Nueva Visión. 1993.






Mónica Patricia Sánchez
Psicóloga
Hospital Provincial de Rosario
Octubre de 2003

[1] Psicóloga concurrente del tercer nivel, del Hospital Provincial de Rosario.
[2] Volnovich Juan Carlos. “Generar un hijo: la construcción del padre”. Revista Posdata. Año 1 Nº 2. 1997.
[3] Baraldi, Clemencia. “Jugar es cosa seria” Homo Sapiens. 2000.
[4] Foucault, Michel. “El sujeto y el poder” página 7.
[5] Lic. Viviana Tobi. Psicóloga. Psicoterapeuta Corporal. Especialista en Mater - Paternidad.